miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un pequeño cambio

-Gracias-dijo el joven a la camarera que le servía la coca-cola y la hamburguesa que había pedido.
Ese día no comía en casa porque tenía entrenamiento de rugby a las 2.30pm y no le merecía la pena volver a casa para comer.
Además esas últimas semana no solía pasar mucho por casa. Hacía ya cinco meses que había nacido su hermana y su madre estaba muy cambiada desde entonces. Ya no le preguntaba que tal las clases ni le aconsejaba sobre ninguna chica en particular, ya no se metía con la profesora de matemáticas y sobre todo ya no le despeinaba mientras le besaba cuando el salía a las 8.15am de casa. No le observaba mientras desayunaba con su eterno brillo de ojos...
Ahora su madre sonreía todo el tiempo, no paraba de tararear las mismas cancioncillas y caminaba pausadamente. Cuando el llegaba a casa lo primero que hacia era chistarle para que guardara silencio y se acercaba de puntillas al cuarto del bebé para comprobar que no se había despertado por la llegada del mayor.
Todo era distinto y para un chico de 16 años eso no era en absoluto agradable.
La niña era realmente una monada, se llamaba Vera. Sólo se había acercado un par de veces al pie de su cunita y siempre mientras la criatura dormía.

El entrenamiento de rugby fue como otro cualquiera con la distinción de que Fred, su mejor amigo, hizo un ensayo que les dejó a todos boquiabiertos durante unos instantes. El entrenador gritó como siempre lo hacía y les remarcó los fallos que no podían permitirse ante el inminente partido del sábado contra los BlackTigers del instituto Luck Black.
Después se fue con Fred a la cafetería y estuvieron hablando de lo impresionante de la jugada y criticando a los jugadores del otro instituto mientras se tomaban una limonada. Pero él tenía el pensamiento en casa...
-Eh! tú! tu en que piensas? Anda vamos que ya es tarde .- dijo Fred zarandeándole. Al parecer llevaban ya un rato en silencio. -¿Te vas a terminar la limonada?
-¿Qué?- en su cabeza no paraba de escuchar la nana favorita de su madre. Una y otra vez.
-¡Bah! nada, venga ¡vámonos!
Caminaron en silencio y él notaba como su amigo le miraba con cara de preocupación. Se despidieron en la verja de la casa de Fred y él continuó su paseo solo. No sabía si quería llegar ya a casa. Aún era demasiado pronto, pero Miss Jiferson había puesto una barbaridad de deberes.
¡Eso es lo que haría! entraría en casa saludaría si se daba la ocasión y se encerraría en su cuarto.
Seguramente su madre no le haría ninguna pregunta.
Introdujo la llave en la cerradura. Entró y se dirigió hacia su habitación. Al llegar a casa había visto el coche de su padre aparcado enfrente del garaje. Seguramente acabaría de llegar del trabajo, pero era demasiado pronto. No era normal. Se sentó y comenzó a sacar los libros de la mochila.
Llamaron a la puerta de su habitación.
-Cariño,-dijo su madre mientras entraba y cerraba la puerta tras de si.- Hola cariño.
-Hola mamá.
-¿Qué tal el entrenamiento?
-Eh...bien.
-Has llegado un poco tarde ¿no?
-Es que me he quedado en la cafetería con Fred Northon.
-Ah...entiendo.Cariño, quería pedirte un favor ¿Crees que podrás?
-Depende, aún no me has dicho que quieres que haga.-el sólo quería hacer los deberes y acostarse cuanto antes. Ni siquiera tenia apetito.
-Tu padre me ha invitado al cine.
-¡Oh! ¿y qué vais a ver?
-Pues...no lo sé, la verdad, pero Lewis...
-Qué mamá.
-¿Podrías hacerte cargo de Vera mientras estamos fuera?
No había pensado en eso. Que mal se sentía por dentro.
-Eh..sí ¡claro! supongo que sí..
-Bien, ven te voy a enseñar donde están sus cosas.
Entonces el tono de su madre volvió a cambiar y se volvió exageradamente dulce. Le fue enseñando donde estaba la ropita, los pañales, recalcando que ella la acababa de cambiar así que en principio no sería necesario, las mantas, los chupetes de repuesto, el biberón que había que calentar un poco antes de dárselo a eso de las 9.00pm, etcétera, etcétera..

Esa noche los dos hermanos se conocieron. Lewis le enseñó a su hermana toda su habitación , sus posters y algún dibujo que había hecho cuando era pequeño y que aun decoraba la pared con sus vivos colores. Escucharon un rato la radio. Y mientras le daba el biberón le relató todo lo que había hecho durante el día y ... bueno, disfrutó de su constante sonrisa y su entrañable risa. Tenía exactamente los mismos ojos que su madre.
Ha eso de las 10 la pequeña cayó rendida en los brazos de su hermano que la dejó cuidadosamente en la cuna y apagó la luz con un suave susurro.
-Bienvenida Vera.

1 comentario:

  1. Hola!
    Me gusto mucho tu historia, me parecio super tierna. Tu blog también me parece lindo. Un abrazo.

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