lunes, 5 de septiembre de 2011

Suenen alfileres

Mi madre siempre decía que en la vida hay que tener cuidado con aquellos que nos adulan. Nos contaba historias sobre reyes de la antigüedad que habían perecido por tener a su alrededor consejeros que se pasaban el día adulándoles y alimentandoles un amor propio que llegó a aplastarles.
Lo mio no es el estilo. Suelo ir lo mas cutre que uno pueda imaginarse. No me gustan las faldas ni las camisas y siempre termino poniéndome los Levis viejos de mi hermano, la camiseta basic del Zara y mis Victoria blancas. El pelo lo llevo corto a lo garçon y bueno si nos ponemos a especificar...siempre me peino con la raya a la izquierda a la altura de la mitad de la ceja. Era una manía de mi padre y yo la he continuado.
Vivo en la calle Chardyke de un pequeño pueblo de Inglaterra llamado Temple Cloud. Era la casa de mis padres y ahora vivimos Adam, mi hermano y yo. Hay mucho más silencio que hace unos años y desde hace mucho ya no nos levantamos con el aroma del bizcocho de mamá. Pero estamos bien. Alquilamos una de las habitaciones del piso de arriba, Adam trabaja en el colegio del pueblo como vigilante los fines de semana y yo me gradúo en Derecho a distancia mientras cuido a los hijos de la señora Raflick. ¿Qué podría intentar tener una vida más ..cómo lo diría propia para mi edad? Sí claro que podría pero...Lo del valor nunca ha sido lo mio.
La vida continua aqui en mi pueblo, algún día tal vez me despierte y descubra que el mundo de fuera no va a atacarme que puedo conocer a la gente que lo habita sin miedo a que me hagan daño..pero hasta entonces seguiré levantándome cruzando la calle llamando al timbre y disfrutando de la compañía de unos niños que no son los mios hasta las seis y media de la tarde.
Mi vecina de al lado dice que soy un desperdicio de chica que debería irme a la ciudad a estudiar y ahí conocer a un apuesto joven que me quisiera y me enseñara como vivir.
Yo me siento mal por ella, pero la vida es como a uno se la dan y no voy a arriesgarme a perder la casa de mis padres y... Oh me siento taaaan cobarde...
Mañana será otro día.

Mi madre era costurera de la sastrería del señor Malick y también solía decir que en un vestido no hay que dejar que a uno le pongan muchos alfileres para resaltar la figura porque terminarás clavándote alguno.



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