miércoles, 7 de octubre de 2015

Nos colamos en la murallla.



Muchas veces a lo largo de la vida recordamos a una persona, una en particular. Una amistad que sigue estando viva dentro de nosotros y que incluso nos hace daño con el recuerdo. Es una punzada que consigue que la tristeza nos quite el aliento. Somos capaces de recuperar los momentos compartidos y los sentimientos que en ese momento inundaban nuestro entendimiento. Podríamos escribir una gran novela relatando nuestros primeros encuentros, las primeras conversaciones que mellaron en nosotros y ese primer café que nos convirtió en inseparables vidas a lo largo de las calles de nuestra ciudad.
El dolor es prueba irrefutable de amor. Algunos vivimos la tragedia griega de nuestra historia, somos ese personaje que el lector considera bondadoso y respetable, pero que por un pequeño fallo, por una decisión errónea termina destruido de forma desproporcionada. El público sufre con el dolor de su protagonista y teme verse algún día abocado a semejante final.
La amistad que supera al tiempo, a la lejanía, a la frialdad está viva, tiene alma. La amistad que espera es permanente, es fiel. No dejéis entrar a la indiferencia sino buscad al perdón y a la comprensión. Sed amigos.


jueves, 26 de marzo de 2015

Como niños.



Por la noche hay un silencio que se prolonga de hogar en hogar, cuando las luces se apagan.
Es un silencio tranquilo que solo nuestros pensamientos pueden enturbiar. Todos los relojes suenan, se oyen unos a otros, se escuchan los sonidos que la luz,  el día mantenían ocultos.
Explíquenle eso a los niños pequeños que temen la oscuridad muchas veces por los sonidos desconocidos que en ella parecen aflorar. Enséñenle el silencio a las doce del mediodía, demuestren que lo desconocido no siempre es nuevo.

Como esos niños pequeños que son incapaces de dormir si cierras la puerta o apagas la luz del pasillo, o esos que hasta que los padres no se van a dormir ellos tampoco y se quedan en la oscuridad, detrás del sofá, viendo películas inapropiadas o noticieros sin sentido. Como todos esos niños, y con las mismas reacciones y consecuencias seguimos hoy retando a ese silencio que ofrecen las luces apagadas o quizá las mentiras ocultas y disfrazadas.



jueves, 5 de febrero de 2015

Mi querida memoria.



Hablar de amor escuchando blues es algo que repetiría cada día.
Enamorarse es un privilegio sin tiempo y con memoria. 

Muchos días cuando me despierto doy gracias por ese momento en que sentí tu presencia a mi lado. Habías hablado muchas veces, yo había tratado de mostrar interés sin querer conocerte, solo por educación. No quería a nadie en mi vida. Quería pasar los días sola, yo. Yo misma y mis lugares, mis cosas, mis preocupaciones. Sentía que esa tranquilidad era la que necesitaba, así me sentía segura y respetada. No había riesgos ni decisiones compartidas.
Y en pocos segundos, sin querer, desde la indiferencia frustrada de resistir...
Estabas ahí, y me mirabas, y me escuchabas. 


Hablar de amor escuchando blues es algo que repetiría cada día. 
Mucha gente piensa que el amor se acaba, que es una lucha perdida. Pero enamorarse es un privilegio sin tiempo y con memoria. Y es ese tiempo que no existe lo que hace perdurar a la memoria en un presente que no se acaba. 
Vivir cada segundo la injusticia impuesta al egoísmo de amar a otro.