martes, 17 de septiembre de 2013

Silencio despierto.



Escribo ésto para ti. Acabas de aparecer en mi vida y resulta que a cada persona que pregunto me cuenta que has estado siempre en ella.
Nos tendríamos que haber conocido hace mucho tiempo. Seguramente si hubiese sido así ahora conocería el porqué de muchas de las cosas que escribes.
Y tal vez prefiera no saberlo.
Quiero creer que algún día me contarás quien fue ella y por qué has escrito  cosas oscuras y vivas.
Casi me enamoro leyendo, como esas jóvenes que leían Dickens en el pobre Londres. De Dickens sí que me enamoré.
Te oí hablar por primera vez hace apenas cuatro días.
Te oí decir tonterías y te vi sonreir, reir, bailar y mirarme de forma distraida.
No voy a relatar la perfecta historia,
no voy a hablar de lo que va a pasar o de lo que mis sueños me cuentan.
Me gusta que las cosas sean normales, vulgares, con fallos, con equivocaciones, con torpezas. Pero no torpezas estéticas sino verdaderas meteduras de pata de esas que ni Hollywood todavía se ha atrevido a elevar al grado de romanticismo.
Soñar con historias ñoñas está muy usado ya. 
¿Y la sensación de dejar pasar el tiempo? ¿De ver como se suceden los acontecimientos sin interferir en su rumbo? No me gustan los veredictos indestructibles, esos que le cuentas a tu amiga del alma o a una simple conocida que pregunta con insistencia deseando curiosear acerca de algo único e intrigante. Los veredictos irrefutables sobre el amor suelen darse cuando uno intenta demostrar lo apasionante que es su vida, su verano, o la fiesta del finde pasado..Son falsos.

Que cuando el tiempo me escuche aparezca el sueño.



1 comentario:

  1. No recuerdo haber estado por aquí antes... ha sido un acierto que me dijeses que entre. ¡Mis enhorabuenas!

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