domingo, 22 de enero de 2012

Blanco, rojo, azul, rayas, estrellas...

Nueve y media de la noche. Mi padre y el señor Roberts estan preparando la barbacoa. Matthew aún no ha llegado. Mi madre y la señorita Greggson hablan de la clase de ballet de las gemelas y de lo que esto puede aporta a su crecimiento. Mi hermano Cary está relatando a Tommy Roberts cómo ganaron el partido de el viernes contra los HurtLions del St. James. De vez en cuando me mira y me hace saber que él también se ha dado cuenta del retraso de Matthew.
- Julie!-mi padre lleva puesto su delantal de flores rojas y naranjas. Es un tipo muy peculiar mi padre.
-¿Qué quieres papi?
- ¿Me alcanzas ese paquete de salchichas?
-Toma.
Esta mañana hemos ido a comprar todos juntos y nos hemos encontrado con los Freüson a los que hacia años que no veíamos, ya son diez hermanos, es increible. Rebeca era de mi edad, nos han dicho que se casa en Octubre. Como pasa el tiempo. El pequeño es una monada, se llamaba Lott y tiene tres años.
El tiempo pasa y yo sigo aquí sentada en nuestro viejo porche blanco. He vivido tantas cosas en este porche. recuerdo cuando mamá llegó del hospital con las gemelas, no había forma de diferenciarlas, papi les puso un lacito pequeño a cada una en la muñeca uno de lunares para Lucy y otro de rayas para Sophie. Cary y yo solíamos jugar a indios y vaqueros sobre la hamaca de papá, íbamos en una diligencia que era atacada por apaches...¡cómo me he divertido!
Ya tengo 20 años y sigo disfrutando del olor de los bizcochos de limón de mamá.
-Julie, ven a contarle a la señorita Greggson como dijo la maestra que bailaban tus hermanas, a mi no me cree.
- ¿Y por qué crees que a mi me va a creer, mamá?
-Pues porque no son hijas tuyas, cielo.-pero algo me libra de esa afirmación del honor familiar.
Cary me ha tirado una piedrecita que me ha dado en el hombro.
- Pssh..- le brillan los ojos- mira quien esta detrás de la casa- susurra.
-Eeh..mamá ahora mismo no puedo, luego se lo cuento, promesa-
- Bueno, anda, ve que ya lleva un rato esperando ese pobre chico.-mientras me alejo la oigo decir en un murmullo a la señorita Greggson- Ay, el novio, cualquier día de estos me la va a quitar definitivamente...

"¡Ójala!"pienso yo para mis adentros.






sábado, 7 de enero de 2012

Carta desde una profundidad que brilla

Yo escribiría sobre el sol, las plantas y todo aquello que nos rodea, pero como tratar temas tan poco trascendentes para lo que realmente importa. Quien puede negarme el hecho de que por muchas desgracias exteriores que ocurran el llanto de un niño es mayor cuando se ve abandonado que cuando sufre un dolor físico.
¿Qué separa esos dos mundos tan distintos y tan relacionados?
Soy reportero de guerra. Estoy en Vietnam y si estoy escribiendo este artículo es porque ayer ninguna de las bombas que lanzaron desde los aires me alcanzó.
Vi como se destruía todo lo que nos es conocido. Duele ver destruido un pueblo, un hogar, duele ver las pequeñas muñecas de trapo entre la sangre y las balas lanzadas. Sentir que nada depende de ti. Sentir que no hay nada bajo tus pies pues el temblor de la tierra es continuo. Que todo sonido sea un aullido de dolor humano. Duele sentir que no se siente nada. Uno es capaz de observar la indiferencia de los que miran sin ver porque el horror les ha dejado ciegos, insensibles...Duele ver como una familia se separa, como una madre llora sobre el cadáver de su hijo que murió sólo por salir al patio a por un par de piedras con las que entretenerse durante estos amargos días.
El miedo que expresan las caras de todas esas personas es una de las cosas más grandes que he visto nunca. Yo no les conozco. No sé nada de ellos, no conozco sus nombres ni se como se llaman sus padres, sus hermanos, sus hijos...
Lo único que sé, lo único que puedo decir es que estas personas aman, y el amor que tienen es mayor que el miedo que sus cuerpos les transmiten. Uno puede tener miedo al dolor que seguirá al golpe, al ruido ensordecedor que trae consigo el tanque. Uno puede temer el momento, pero lo que más duele, lo que realmente destroza al ser humano es el amor.
El amor es nuestro mayor don y la mayor tragedia.
Porque ayer cuando estaba entre todos esos sonido, esas caras y esos objetos criminales solo era capaz de pensar en mi mujer y en nuestra pequeña hija Julie y ese dolor era mayor que cualquier otro. En ese momento conocí a todas esas persona, forme parte de sus vidas y ahora escribo esto desde una pequeña choza que sobrevivió al ataque. Estoy rodeado de niños heridos, madres lacrimosas que no pierden la esperanza y sonríen a todos y de amor, de mucho amor y agradecimiento por los que siguen junto a nosotros.

Richard Jaymeson. Vietnam 1971



domingo, 1 de enero de 2012

El primer susurro

Faltaban apenas tres minutos para que empezara el nuevo año. Camila estaba repartiendo los boles con las uvas a cada uno. El pequeño Sam tomaba aceitunas porque no le gustaban las uvas igual que a ti. Sofía encendía la radio mientras miraba con preocupación el reloj de pulsera que le regalamos por su comunión. Nacho me sonreía y sostenía en sus rodillas a la bebé. Todos me sonreían. Sabían que yo pensaba en ti, en tu ausencia y eso hacia que me quisieran más todavía y que nuestro pequeño salón fuera el hogar más cálido de Oviedo. Iba a empezar 1954, la verdad es que iba a ser un año movido. Nacho y Fred se iban a trabajar a Londres para conseguir estudiar el año siguiente en Kingdom. Quieren perseguir el sueño de su padre. La verdad es que no sé que voy a hacer sin ellos. Van a volver hechos unos ingleses hecho y derechos y no podré soportarlo, cada día que pasa se parecen más a ti, mis pequeños gemelos...
Camila está organizando con dos amigas una pequeña tienda de costura y arreglos, quien sabe quizá salga algo de ahí. Yo he empezado a trabajar en la cafetería del señor Barral. Hago media jornada y por ahora me organizo.
"Y suenan los cuartos..." la radio está sobre la mesilla china esa que nos regaló tu hermano.
-¡Vamos mamá que empieza!
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho,-Sam comienza a reírse con todas las aceitunas esparcidas por la alfombra..que desastre-..nueve, diez, once, doce.
Todos reímos y nos besamos
-Feliz año mamá.
-Feliz año Fred-
-Feliz año mamá- Sofía aun está terminándose las uvas.
-Feliz año Camila cielo, hazme el favor de recoger el estropicio de Sam.
-Si mamá.
-Lo siento mamá...es que me he atragantado.
-No te preocupes cariño.
-Hay este pequeñajo-Nacho despeina sus rubios rizos.
Empezamos un nuevo año e intentaremos vivirlo felices, sin olvidarte y sabiendo que velas por todos nosotros desde ahí arriba.
-Te quiero Tom. Feliz año- susurré sin sentir tu presencia a mi lado.