martes, 31 de diciembre de 2013

Sólo puede sonreír.



Cuando Louise recuerda ese maravilloso otoño solo puede sonreír. La vida en Toulon empezó sin grandes expectativas, un día de lluvia que acababa con el verano.
La primera fiesta del curso fue en la casa de los Hemfreuse, una familia muy distinguida y con muy buen gusto, según la anciana Henriette, la cocinera del comedor social de la rue Leonard.
Se podría decir, que ahí comenzó la nueva vida de la joven. Ahí, empezaron  numerosas conversaciones distintas que no acabaran en mucho tiempo, si Dios así nos lo concede.
Sin darse cuenta, la joven Lousie, fue adentrándose en un pequeño círculo. Sinceras y nuevas amistades a las que dedicar un tiempo precioso lleno de risas y de profundas inquietudes.
Los lugares que sirven de marco a las distintas anécdotas que se sucedieron a lo largo de los fríos meses, son eso, lugares. Lo que de verdad distingue estos meses de todos los demás, es el valor con que  Louise consiguió adentrarse en las maravillas del tiempo. Atreverse a formar parte de la vida de tantos otros. Empezar a salir, poco a poco, al exterior de todas las sonrisas y todos los llantos.


Feliz año y Gracias.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Dicen que el tiempo...


Dicen que el tiempo, a veces, miente cuando llueve. 
He oído todo tipo de historias,
 he escuchado sonidos escondidos en pequeñas historias.
Cuando decidí apagar la luz, todos dormían.

 Nadie me oyó salir.
 Al cerrar la puerta,
 una dulce melodía apareció en la lejanía.
 Dicen que el tiempo, a veces, miente cuando llueve.


Una tarde de invierno, una tarde de Diciembre, llovía con constancia en la ciudad. Todas las ventanas estaban encendidas y solo dos pequeñas siluetas caminaban sobre el agua. 
El frío helaba sus pies y el silencio escuchaba su conversación. La soledad del paseo hacia que cada paso fuera eterno. Puede que nadie los viera. Cada ventana encendida guardaba el calor de miles de historias distintas. Familias discutiendo o sonriendo. Niños jugando y saltando antes de dormir. Palabras importantes, únicas, entrañables o suspicaces.
Las dos siluetas permanecían sin nombre. Su historia aún no podía escucharse detrás del caer de cada gota. 
Las farolas fueron apagándose, los escaparates estaban empañados por culpa del frío. El viento helaba los baldosines de la calzada. Las cortinas se cerraban.
Las dos siluetas permanecían sin nombre. Una pequeña luz, invisible, les mantenía. La luz era constante, con un brillo que seguía paseando junto a ellos. 
Dicen que el tiempo, a veces, miente cuando llueve. Quienes lo dicen esperan que la lluvia engañe al tiempo y ponga nombre a quienes pasean.



martes, 17 de diciembre de 2013

Ver con los ojos cerrados.

Creer en el amor es algo que solo puede hacer quien lo ha sufrido, quien ha sonreido al darse cuenta que existe esa persona. 

Todas las mañanas al despertarse, la pequeña flor, observaba como la Luz penetraba en cada particula de aquello que la rodeaba y como la Luz era también quien creaba sombras con bellas formas alrededor de cada ser. Todo se definía, todo se conocía gracias a la Luz, todo quedaba a su alcance. Todo podía observarse con la placidez del calor.
Las cosas eran bellas por y para la Luz pues era Ella quien más disfrutaba de las tonalidades que se conseguían crear en cada cosa.
La pequeña flor solo amaba, realmente, a la Luz. Sólo en su pensamiento descansaba. Sólo en Ella encontraba regocijo.
Pero en ese amor descubría que amaba todo lo iluminado. Y un día, un día se fijó más allá. Y, tras los colores, descubrió una existencia que le hacia anhelar con miedo el siguiente amanecer.