domingo, 3 de agosto de 2014

Cosa de dos.



Hay veces que  cuando Rebeca cierra la puerta temo que no vuelva a abrirla. Me da la sensación de que no soy yo el hombre con quien ella debería estar compartiendo su vida. Recuerdo que fuimos novios y pasamos ese tiempo incómodo y prolongado antes de que el torpe de su novio, es decir, yo, le pidiera matrimonio. Recuerdo su sonrisa cuando me contestó que si. Todo pasaba según el orden establecido que alguien parecía decidir. La quiero con todo mi corazón. Deseo estar con ella. Deseo verla despertarse y bostezar en el primer "Buenos días".  Pero aún siento que si ella me quiere, que si tenemos dos niños es por un error de cálculos, es por alguna decisión errónea. No sé como hemos llegado hasta aquí, no sé como puedo tener el privilegio de dormir a su lado, no sé como no se da cuenta de que ella es algo grande y brillante que debería estar en mil sitios a la vez. 
-Cariño, me he vuelto a olvidar las gafas, y la carpeta del proyecto, soy un desastre.- cierra la puerta de casa,y al segundo vuelve a aparecer su rostro.- Por cierto, estás arrebatador con ese pijama, no sé que mérito habré hecho para que seas mi marido. Te quiero. - y ya bajando por las escaleras-¡ No te olvides que es conmigo con quien has quedado a comer hoy!