Uno puede salir de su día a día e intentar engañar a su propia razón. Todos lo hemos hecho alguna vez. Todos hemos imaginado un día perfecto con esa persona que nos parece tan perfecta. Hemos procurador ser fieles a nuestro propio carácter y crear un mundo perfecto.
Pero esta mañana me intenté asomar a ese mundo perfecto y todo chirriaba, las puertas cerraban mal, las ventanas no paraban de golpearse contra las macetas, niños gritaban por la calle y llovía aunque no hubiera ni una nube en el cielo.
Hoy ya no era mi mudo ideal. Hoy todo se rompía, todo lloraba, todo sufría.
Y dejé en blanco mi recuerdo. No pensé más en aquellas cosas. Miré hacia afuera y me encontré con un mundo real que tenia fallos que podían molestarme o resultar cómicos, pero que eran coherentes con mis acciones y sentimientos.
Porque la realidad pasa a nuestro lado y si huimos de ella sin conocerla nos perdemos la oportunidad de ser conscientes tanto de nuestros fallos como de nuestras victorias. Y es un sabor que enseña mucho.
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