jueves, 1 de septiembre de 2011

Dibujando un nuevo presente

Cuando se sueña uno puede imaginar miles de lugares, miles de momentos, miles de personas, de conversaciones, de risas, de fotografías perfectas, de oscuridades penetrantes...
Uno puede salir de su día a día e intentar engañar a su propia razón. Todos lo hemos hecho alguna vez. Todos hemos imaginado un día perfecto con esa persona que nos parece tan perfecta. Hemos procurador ser fieles a nuestro propio carácter y crear un mundo perfecto.

Pero esta mañana me intenté asomar a ese mundo perfecto y todo chirriaba, las puertas cerraban mal, las ventanas no paraban de golpearse contra las macetas, niños gritaban por la calle y llovía aunque no hubiera ni una nube en el cielo.
Hoy ya no era mi mudo ideal. Hoy todo se rompía, todo lloraba, todo sufría.
Y dejé en blanco mi recuerdo. No pensé más en aquellas cosas. Miré hacia afuera y me encontré con un mundo real que tenia fallos que podían molestarme o resultar cómicos, pero que eran coherentes con mis acciones y sentimientos.
Porque la realidad pasa a nuestro lado y si huimos de ella sin conocerla nos perdemos la oportunidad de ser conscientes tanto de nuestros fallos como de nuestras victorias. Y es un sabor que enseña mucho.

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