domingo, 27 de marzo de 2011

Lo fuiste todo

Eran las doce y veinte de la mañana pero el cielo ya estaba cubierto. La espesa nube de gases y humo no dejaba pasar los rayos del sol. Solo era capaz de ver lo que había a unos escasos tres metros por delante de mi. Sonaban disparos por todas partes, silbidos, gritos de auxilio, de agonía, de desesperación. Yo no era capaz de producir sonido alguno. Había salido de casa corriendo cuando cayó la bomba y como papá nos había repetido hasta la saciedad no dejé de correr, no miré hacia atrás y acallé el llanto de mi alma y el miedo que me invadía.

Tropecé con algo. Un cuerpo que yacía en la calle. Comencé a temblar de pies a cabeza, acababa de explotar mi aguante. Iba a desfallecer. Voces, bombas, llantos, pisadas,derrumbamientos...No podía más, mi cuerpo se tambaleaba. Llevaba más de una hora corriendo, o esa era mi impresión. Estaba sola.
-¡Niña!- y una fuerte y aspera mano me sujetó de la cintura y me vi suspendida en el aire mientras mi salvador corría sobre una Varsovia que moría.
Una bala le alcanzó y le hirió en el brazo con que me sostenía, pero el se limitó a agarrarme con más fuerza. Su respiración entrecortada por el esfuerzo, consiguió distraer mi agonía durante un tiempo
Me rompí el tobillo derecho contra los restos de un edificio, alcé la vista y reconocí el lugar, estábamos cerca del colegio. El dolor era insoportable pero no tenía fuerza suficiente como para expresarlo. Me sentía ....Incapaz de nada.

Llovió, nevó, hubo reencuentros, hubo pérdidas, malas noticias...
Durante todo el tiempo que duró aquello, esa guerra infernal contra lo único que yo conocía y tenía...contra lo único en lo que creía verdaderamente...Nada.
El recuerdo que he decidido guardar de entonces es el de aquel hombre desconocido que me sacó de los escombros, de esa soledad que iba ha destruirme el cual luego, luego me depositó con cuidado en un refugio donde una familia escondida se abrazaba con fuerza...Pero esa es otra historia...
Aquel hombre al que ni siquiera llegué a ver la cara...Le debo la vida.

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