jueves, 31 de marzo de 2011

Armonía

En el silencio de la noche se oían los acordes que las afiladas manos del compositor tocaban. Y por la ventana del patio interior entraban armonías cálidas y melancólicas que arropaban al vecindario del nº 32 de la calle Burgonge:
Se oían las voces maternales que llamaban a cenar o que imponían tomar un baño...y los gritos de respuesta que recorrían los pasillos en busca de una salida. En el 5º izquierda, el ático, Fleur Clarier le cantaba una nana a su pequeño René. De vez en cuando se oía el chirriar de las puertas de la casa de los Revolier, 2º derecha. Y el descompasado tintinear de los platos y cubiertos de aquellos que disfrutaban, en compañía, de una temprana cena. En la casa del señor Tripol la radio sonaba a un volumen desorbitado y los vecinos de abajo discutían por la colocación de los muebles del salón. Vida.... música vivida.

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