Se oían las voces maternales que llamaban a cenar o que imponían tomar un baño...y los gritos de respuesta que recorrían los pasillos en busca de una salida. En el 5º izquierda, el ático, Fleur Clarier le cantaba una nana a su pequeño René. De vez en cuando se oía el chirriar de las puertas de la casa de los Revolier, 2º derecha. Y el descompasado tintinear de los platos y cubiertos de aquellos que disfrutaban, en compañía, de una temprana cena. En la casa del señor Tripol la radio sonaba a un volumen desorbitado y los vecinos de abajo discutían por la colocación de los muebles del salón. Vida.... música vivida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario