sábado, 24 de diciembre de 2011

Nochebuena

1903. Nochebuena.
La pequeña niña estaba sentada en el dorado salón en una pequeña silla de terciopelo. Llevaba un elegante vestido de muselina y dos zapatitos de charol que la hacían daño en el dedo meñique. En su rizado pelo negro se reflejaban miles de colores bajo las luces del Árbol de Navidad que decoraba la estancia.

Su hermano mayor le traía de vez en cuando algún dulce que conseguía sobrevivir a la peligrosa travesía que tenía que recorrer desde las mesas. El salón estaba lleno de hombres y mujeres vestidos con sus mejores galas. Las mujeres tenían la cara empolvada de tal forma que a cada movimiento del baile navideño una pequeña nube blanquecina se elevaba por encima del humo de las pipas de los caballeros que observaban el espectáculo que los rodeaba. Los jóvenes de la fiesta estaban sentados en la esquina opuesta a la del Árbol. Se dirigían silenciosas miradas que transmitían los mensajes mas profundos y superficiales que suelen rodear a esas jóvenes mentes enamoradizas. Se mantenían algo alejados debido a la intensa mirada de la anciana madre de una de las jóvenes. Pero esa vigilante mirada no podía cerrar el flujo de sus sentimientos y sensaciones.

Los más pequeños recorrían los túneles que dejaban las volunptuosas faldas y trataban de acumular el mayor número de dulces posibles para terminar en una batalla bajo las mesas del salón.

Los músicos tocaban canciones tradicionales y propias de las fiestas de Pascua. Algún anciano se mantenía cerca del violín y trataba de tararear las conocidas melodías.



Mientras tanto nuestra pequeña niña observaba esa extraña situación que la rodeaba mientras pensaba en su querida muñeca de trapo que la esperaba en la habitación sobre su cama. En su pequeña y regordeta mano sostenía el pequeño libro de ilustraciones francesas que había dejado San Nicolas bajo el Árbol navideño. El sueño comenzaba a vencer a sus pequeños párpados de largas pestañas oscuras.

Se abrió la puerta de atrás. La joven niñera entró y cogió en brazos a la pequeña.

Una vez en la habitación la niñera la desvistió y la acostó con cariño junto a su muñeca.

-Cánteme una canción mademoiselle..-susurró a las puertas del sueño la niña.



-Douce nuit, sainte nuit... -comenzó a cantar con dulce voz mientras besaba la medalla de la Virgen que colgaba del cuello de la criatura.



5 comentarios:

  1. Preciosa, Bella, me ha encantado sería el comienzo o final perfecto para una pelicula inglesa de las que me gustan a mi Feliz NAvidad!

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  2. Que lindo relato, Bella!!
    Qué tengas felices fiestas!

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  3. Hola Bella, gracias por visitarme! acabo de revizar la entrada y creo que copie mal el texto, ahora ya la corregi por si quieres leerlo completo =)

    Todavia no leo este relato nuevo pero ahora lo hago y de seguro me va a encantar, como todo lo que te leido hasta ahora. Un abrazo.

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  4. Bella!!! fue precioso leer este texto. Me encanta lo que escribes sobretodo por esos sentimientos tan tiernos que trasmites. Un beso y por fa postea pronto!

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  5. Hola guapa tienes un precioso espacio,
    que disfrutes estos días de fiesta,
    y para el nuevo año que llega se cumplan tus ilusiones.
    ¡¡feliz año 2012!!.
    un abrazo.

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