viernes, 16 de diciembre de 2011

Treinta y seis teclas negras

Oigo tu respiración y sé que siempre vas a estar. Sé que pase lo que pase, estarás a mi lado y podremos hacer frente a todo y más. Juntos.
Cuando éramos jóvenes soñábamos con nuestra vida juntos, pero nunca pensamos que pudiera llegar a ser tan maravillosa como es.
Los niños, nuestros niños, esos bebés a los que dormías tocando suavemente las teclas de tu piano... Esos niños, han crecido. Vienen a vernos ahora en Navidad y sé que tu les sigues viendo como el primer día de sus vidas...
La casa ya no es lo que era. ¿Recuerdas lo emocionados que se ponían los gemelos cuando traíamos algún mueble nuevo? Recuerdo cuando al fin conseguimos comprar un reloj para la cocina, fuiste enseñándoselo a cada uno...La verdad es que has sido un padrazo y eres un abuelo maravilloso. Pero sobre todo eres mi marido, el hombre de mi vida. Y te quiero.
..Esa tarde de Diciembre hace ya toda una vida en la que me conquistaste tocando el Claro de Luna de Beethoven (Op.27). Tus brazos, tus dedos sobre el teclado y tu mirada entre el piano y tu corazón, y tus sentimientos, y ese beso que lo comenzó todo.
Y hoy estás aquí a mi lado y tus ojos ya tienen la dulce sombra del tiempo, pero sigues siendo tú, mi joven y adorado pianista, mi amor,mi todo.

1 comentario:

  1. Hola Bella, que precioso texto!!!!

    Me encanta la ternura que describen este tipo de relatos tuyos. Precioso!!!!!!!

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