lunes, 20 de mayo de 2013

Café dulce.

Hace ya mucho tiempo que respiro con un dolor amargo en el corazón. A lo largo de los días que pasan noto como el tiempo me mira con el desprecio que la envidia muestra. No me importan las horas ni los días.
No se trata de lamentarme, ni de hundirme en mis propios sentimientos. Todo eso ya ha pasado a considerarse un mero utensilio social. No quiero aislarme, ni reafirmarme en mis desgracias. Soy feliz. El dolor me hace recordar quien soy en este momento. Quedarse en el pasado sería demasiado fácil. El pasado ya lo conozco y sé que fui feliz.

- Niños, venir a sentaros. ¡Se va a enfriar la comida!

Si sólo quisiéramos que las cosas se repitieran, ¿qué sabor tendrían?
Ahora no temo estar sola. Berlín ha caído y todo a mi alrededor son escombros. El cobertizo donde estuvimos escondidos esos tres años, no fue suficiente.

-¡Mamá! ¡Mamá!...
-Elena coje a tu hermano y vete de aqui. Vosotros cabéis por las tuberías, venga cariño...!
-¡Mamá!..
-¡Obedece a tu madre!
-Sí, padre..

Después de todo, resulta gratificante pasear por esta calle llena de soldados extranjeros que nos sonríen. Podría echarles en cara haber llegado tarde. Tarde para mi, tarde para la familia Meenan. Tarde para mis hermanos mayores que estudiaban en la universidad. Tarde para Colette que se preparaba para entrar en el Conservatorio. Tarde para las personas con las que debían haberse casado y tarde para los hijos que habrían tenido...

-Elena, tengo frío...

Paul había crecido mucho. Yo hacía lo posible por que siguiera siendo un niño. Le enseñé todas las canciones que recordaba de mamá. Y cada noche le relataba uno de los cuentos de Frederic. Pero hacía mucho frío, y ya siempre haría frío.

-No te preocupes, pronto encontraremos otra manta.

Nos dirijíamos al campamento militar que estaba a las puertas de la ciudad...


Diez años después Paul y yo vivimos en un pequeño apartamento en el estado de  Massachusetts. Yo trabajo y estudio Derecho por las tardes. Paul  se presenta mañana a la beca de la Universidad de Harvard. Si le cojen vamos a ir a celebrarlo a la cafetería de Molly. Una anciana que nos acogió en 1946 cuando llegamos a los Estados Unidos de América. Ya tiene 89 años, pero sigue al frente de "Sweet Coffe".
Paul sonríe siempre. Pero..sigue haciendo frío...





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