domingo, 9 de septiembre de 2012

Verde, gris, Luz.



Coge su brazo. Están sentados, en mitad de Madrid, en uno de esos Bulevares de los grandes paseos de la ciudad. El cielo ruge sobre ellos dos. Y sonrien. Puede que de pequeña esos ruidos de las nubes la hicieran temblar, puede que se quedara absorto mirando los dibujos que creaban los rayos sobre la tromenta. Pero hoy solo se miran y sonríen. Nada más importa...
Comienza a llover. Saltan una valla y caminan sobre el césped mojado. De la mano. Empapados. Esperan  a que el semaforo cambie y cruzan. Esperan a que la lluvia cese en la parada del autobús 27. Todo Madrid se cubre. Se oyen las conversaciones por encima del ruido de la lluvia y de los coches al pasar. Tienen una de las mejores postales que la ciudad podía ofrecer. Olor a calamares, gente, gente, lluvia, cruces, portales llenos de gente... y ellos dos, juntos.



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